San Agustín de Hipona

Soy AGUSTÍN, hombre de barro frágil, tejedor de pensamientos y de corazón hambriento de caricias, con las manos llenas de preguntas y los ojos abiertos al asombro. Así me hizo Dios y así me amó incluso cuando viví alejado de Él.

– San Agustín, La medida del amor es amar sin medida
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La verdadera libertad consiste en la alegría del bien obrar

La aportación de san Agustín a la concepción cristiana de la persona es de singular importancia en la historia

¿Quién era San Agustín?

La aportación de san Agustín a la concepción cristiana de la persona es de singular importancia en la historia

Vida y obra de San Agustín

Nací hace casi diecisiete siglos, el 13 de noviembre del año 354,  en el norte de África, Tagaste, que hoy se llama Souk Ahras (Argelia). Fue mi lugar de cuna, a unos cien kilómetros del mar Mediterráneo.
Mis vecinos eran gentes sencillas que labraban la tierra y vareaban los olivos. Roma era la capital que paseaba su señorío por el mundo de entonces y avasallaba a todos con tasas e impuestos exagerados.
Mónica y Patricio fueron mis padres. Eran muy distintos, pero se querían de verdad y, desde que comencé a conocer las letras, soñaron con que yo cursara estudios superiores. Por eso dejé mi pueblo y me fui a estudiar fuera. A Madaura primero y finalmente a Cartago, ciudad universitaria del Imperio que competía con Alejandría. Mi padre tuvo que estirar la economía familiar para pagar aquellos gastos sin descuidar a mi hermana y a mi hermano.
Viví una juventud turbulenta y tensa mientras deshojaba los misterios de la vida y del conocimiento. Leí con avidez libros que no siempre conseguí comprender del todo. Fui al teatro con frecuencia y me interesé por los horóscopos.
Sentí el cuchillo del amor clavado en las entrañas y amé con pasión y ternura a una mujer. Aunque no llegamos a casarnos, los dos prestamos carne y vida a un hijo antes incluso de que yo cumpliese los 20 años.
Mi vida profesional me dio bastantes satisfacciones y algo de fama, pues me dediqué a la enseñanza de niños y adolescentes hasta que personas con influencias y autoridad me llevaron a trabajar en la mismísima corte del emperador, que por aquel entonces residía en Milán.
Busqué la verdad en lecturas y conversaciones, buceando en mis propios pensamientos. Me vi aprisionado por la duda, embriagado por una falsa sabiduría y atado por mil esclavitudes. Sin embargo, nunca hice pactos cómodos con la mediocridad. Deseaba crecer, amar, encontrar, pero la verdad y el amor se me escurrían como dos estrellas en el agua.
Sabía que vivía en el pozo del error y de la mentira, pero a solas no conseguía salir de él. Durante todo ese tiempo, Dios jamás dejó de venir a mi encuentro. Muchas veces me tendió la mano para ayudarme, pero yo no le di la mía hasta pasados los 30 años.

Fue entonces cuando cambié por completo

Ama sin miedo y sin descanso,
pero que Dios sea testigo de tu amor

Empecé a sentirme realmente libre y a llenar mi vida de amor y de humildes gestos de servicio. La luz de la fe comenzó a iluminar todos los rincones de mi vida y acabé recibiendo el bautismo unos meses antes de cumplir los 34. Poco tiempo antes, la mujer a quien tanto amé había decidido ingresar en una comunidad religiosa. La muerte vino a visitarme el 28 de agosto de 430, después de haber escrito libros y fundado monasterios y sin darme tiempo para cumplir 76 años. No era aquel verano un momento especialmente agradable para mis fieles, pues hacía varios meses que la ciudad de Hipona vivía cercada por los bárbaros.

¿Quién era San Agustín?

La identidad del Colegio Santa Mª de Gracia se basa en la visión de la persona que fue San Agustín. Su aportación a la concepción cristiana de la persona es de singular importancia y se ha transmitido a través de la historia. Somos una Comunidad Cristiana que quiere educar en valores evangélicos para el estudio, la reflexión, y la interioridad.

San Agustín de Hipona

Amigo mío: Alguna vez habrás oído hablar de mí, ése que ahora llaman san Agustín. Ten cuidado con lo que te dicen, porque ni tenía la piel muy blanca –era de raza bereber–, ni usaba esas túnicas tan limpias, ni me pasaba el día diciendo frases para la posteridad. Aunque las gentes de entonces teníamos un idioma, costumbres y formas de pensar bastante diferentes de los tuyos, el corazón del hombre no ha cambiado tanto. Es ahí donde mi experiencia humana es un libro que puedes abrir, por si te sirve de ayuda.

Colegio Sta. Mª de Gracia
MM. Agustinas Huelva

Queremos conocerte, amarte y enseñarte nuestros grandes valores, promoviendo una cultura de esfuerzo y cuidando de cada niño que venga a compartir con nosotros su vida.

Cor Unum et Anima una in Deum, Una sola alma y un solo corazón hacia Dios

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