Hoy nos reunimos para celebrar una historia, una historia individual de cada uno de los que estamos aquí presentes y, a la vez, colectiva, porque todos formamos parte de esta celebración de este 25 aniversario
Parece mentira que hayan pasado tantos años, cuando parece que fue ayer cuando estábamos en el Cole, cuando esperábamos a Sor Sacramento el primer día sentados en el suelo, porque aún no teníamos mesas ni sillas. ¡Cuánto hemos aprendido!¡Cuánto nos han enseñado! No sólo conocimientos sino, aquellas cosas que son parte de los cimientos de los hombres y mujeres que somos hoy. Todos aprendimos la constancia de Sor Sacramento, el amor de la Madre María Eugenia, el compañerismo de Sor Rocío, las natillas de chocolate de Sor Carmen, ¡POR DIOS, QUE CON 37 AÑOS QUE TENGO NO SE ME OLVIDAN!, la paciencia de Sor Amparo, SANTA PACIENCIA, y la sabiduría de la Madre María. ¡Así podríamos estar aquí toda la noche! Nos llevamos de todo el espíritu de corazón inquieto, la necesidad de buscar a Jesús en medio de la oscuridad y que Él haya sido la luz de nuestras vidas. Vosotros, el claustro de Profesores y de Religiosas sois los que nos habéis ayudado a buscar la paz, a encontrar la verdad poniéndonos siempre en la realidad de ahí fuera. Nos habéis enseñado a amar al otro con tantas acciones sociales, a encontrar el descanso la paz aquí en nuestro Colegio nuestra segunda casa, a decirle a “esa Criatura tan antigua y tan nueva”: aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad, como tantas y tantas veces lo repetíamos.
Como San Agustín, lo buscábamos fuera, pero siempre acabábamos aquí, en 3 de Agosto, NUESTRA CALLE, nuestro refugio donde encontrábamos el amor y la amistad.
¡Ama y haz lo que quieras!